Supongo que todo este esfuerzo
realizado, es en parte la causa de que haya la oportunidad de “disfrutar” de
varias becas en prácticas y algún que otro trabajo (no demasiados, lo de
cotizar a la Seguridad Social parece que no está bien visto) en diversas
instituciones relacionadas con los museos y la educación. He pasado por el
Museo Patio Herreriano de Valladolid, la Fundación del Patrimonio Histórico de
Castilla y León, el Ayuntamiento de Valladolid, alguna que otra empresa de servicios
culturales, y el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, donde actualmente me
encuentro finiquitando la que es, por ahora, mi última beca.
Desde que abandoné la Universidad tenía
constancia de que el mundo de los museos era muy complicado. Cerrado, obsoleto,
competitivo y donde el conocer a alguien que esté dentro de la institución es
tu mejor carta de presentación. Sin embargo, ilusa de mí, pensaba que, quizás,
con una formación completa y un buen número de prácticas llevadas a buen
término en diversas instituciones de renombre, algún día podría aspirar a eso
que llaman un empleo digno y que yo todavía no sé lo que es.
Desde que empecé en este mundo, mi
situación no se puede decir que haya empeorado, pero tampoco que haya mejorado.
El primer lugar en el que estuve, el Departamento de Educación del Museo Patio
Herreriano (primero como becaria, y luego con un breve contrato), ha sido el
único sitio donde se me ha permitido ascender un poco. Pasé de preparar el
material para los talleres educativos a colaborar en la realización de los
mismos, y vi como mis labores en el departamento se incrementaron. Eso sí, fue
por tiempo limitado: 9 meses. No dio para más. En los otros lugares en los que
he estado, el tiempo de estancia ha sido tan breve (entre 3 y 6 meses), que no
ha dado tiempo a hacer prácticamente nada. Y no es que quieran que te marches
porque les caigas mal o desarrolles mal tu trabajo, es porque simplemente los
puestos de trabajo (de carácter inamovible en la mayoría de los casos) están
cubiertos, o no hay dinero para más.
Actualmente tengo una beca en el Museo
Lázaro Galdiano de Madrid. Las funciones que desempeño en mi día a día, cuatro
años después de comenzar mi andadura museística, no distan mucho de las que realizaba
en el Patio Herreriano. Preparación y realización de talleres educativos con el
público escolar (llevo a cabo uno al día), recogida de llamadas, reserva de
visitas de grupo en el Museo, y diversas labores administrativas y de difusión
son mis labores diarias. Ya por interés propio, por placer del tema escogido,
moda en el arte, decidí desarrollar una visita guiada temática que tendría
lugar los sábados… Quieras que no, así también podría disfrutar de algún día de
vacaciones, algo que no estaba contemplado en las condiciones de la beca, de 9 meses de duración.
Habrá quien diga que es lo que me toca
por ser becaria, sino que me deje de tonterías y me dedique a buscar un trabajo
de lo mío, que buscando seguro que algo encuentro. En estos cuatro años y medio
sólo he conseguido trabajar cotizando en dos ocasiones. La primera vez fue en
el propio Museo Patio Herreriano, con un contrato de inserción laboral de la
Junta de Castilla y León. La segunda fue en una empresa de servicios subcontratada
por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid, siendo
nuestro lugar de trabajo las salas de exposiciones municipales. Allí, por
realizar labores de asistente de sala y educadora de museos, me pagaban una
cantidad inferior a 5€ a la hora. Mi sueldo era inferior a 600€ al mes. Ni que
decir que con esa cantidad no se puede vivir, ni digna ni indignamente.
En estos momentos, los únicos trabajos a
los que puedo optar son esos que he mencionado antes. Trabajos en los que
empleas el día entero sin trabajar la jornada completa gracias al turno partido
(fines de semana incluidos, por supuesto), y en los que te pagan cantidades
vergonzosas. Eso sin contar el gran intrusismo que hay en este sector; pues parece
ser que un Monitor de Tiempo Libre está capacitado para realizar las mismas
funciones que tú, a pesar de que no cuenta con formación artística ni
pedagógica.
El entrar a formar parte de la plantilla
de un museo es algo prácticamente imposible si no cuentas en tu haber con
contactos con renombre y poder en una institución. Si lo consigues sin eso,
eres un héroe. Y los becarios no suelen mezclarse con la estratosfera directiva
de los museos. De primeras, el área de educación puede parecer una de las menos
complicadas para meter la cabeza, pero no es así. En la mayoría de los museos,
los departamentos de educación están copados de becarios, que van cambiando
cada año y realizan las funciones que deberían llevar a cabo personas con
contrato laboral. Eso, cuando el área entera no está subcontratada a una
empresa de servicios como las que he mencionado anteriormente. Esto no solo
perjudica a los hipotéticos trabajadores, sino a las propias instituciones,
puesto que los programas educativos pierdan calidad y continuidad.
Mi beca finaliza en unos días, y la
verdad es que no sé qué camino debo tomar a continuación. Para continuar con mi
trayectoria, debería seguir la misma línea iniciada. Podría intentar pedir otra
beca relacionada con museos, pero es una auténtica odisea; como ejemplo pondré
las del Ministerio de Cultura, que este año han tenido más de 5.500 solicitudes
para 123 plazas. Lo mismo sucede con las becas al extranjero. Una de las
opciones que más me atraía, que era intentar aprobar las oposiciones de Conservador
o Ayudante de Museos también ha quedado descartada. En los años 2009 y 2010 no
se han ofertado plazas, y parece que el panorama va a seguir igual por una
larga temporada. Otra de las opciones que he barajado es hacer la Tesis
Doctoral, pero es algo que tampoco es fácil llevar a buen término sin ayuda de
una beca. Es algo que lleva mucho tiempo, dinero y esfuerzo para no abrirte
ninguna puerta, conozco varios casos de personas en esta situación…
De momento, lo único que tengo seguro en
mi futuro es que el 20 de Junio hago las maletas y me vuelvo a mi casa en
Valladolid, tal y como me vine a Madrid hace dos años. La única realidad tangible
es que en septiembre he de presentar mi proyecto para finalizar el Máster,
después de esto, mi futuro está en blanco. Como continúen así las cosas,
supongo que al final me terminaré cansando, e intentaré hacer unas oposiciones
de lo que sea o trabajar de cualquier otra cosa, pero que me permita optar a un
sueldo digno. Eso, si no cojo mis bártulos y emprendo el sueño europeo o
americano.
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