
"El oro hace soberbios, y la soberbia, necios" Qué gran verdad dijo Francisco de Quevedo en su momento, y qué aplicable es aún hoy a todo lo acontecido en la Fórmula 1 este fin de semana.
Que el oro hace soberbios ha quedado patente en la figura de nuestro piloto más internacional, Fernando Alonso. Sin más contemplaciones abandonó a Renault, escudería que lo dio todo por él, por marcharse a McLaren por un puñado más de billetes. ¿O acaso era un nómada en busca de prestigio y reconocimiento? En ese caso, su peregrinaje ha sido en vano, pues se va de vacío. En McLaren sólo ha encontrado jugarretas, menosprecio y ver su nombre envuelto en conflictos más propios de la prensa rosa que del deporte. Quería ser el mejor, tener el mejor coche y estar en la mejor equipo y no ha conseguido ninguna de esas tres cosas. Al menos se lleva algo de este año en McLaren: una dosis de humildad, esperemos que lo suficientemente grande para valorar como se merecen a quiénes le han apoyado y a su afición.
Que la soberbia crea necios también hemos podido comprobarlo durante el transcurso de este accidentado Mundial de Fórmula 1. Que Hamilton se ha crecido demasiado en McLaren respaldado por el incondicional apoyo de Ron Dennis es algo que nadie niega. Sí, han logrado humillar a Alonso, pero con su prepotencia y juego sucio, les ha salido el tiro por la culata; también han logrado humillarse a sí mismos. McLaren no ha tenido el campeón más joven de la historia, no ha tenido un subcampeón ex-campeón del mundo, ni ha tenido el título mundial por equipos. Ha pagado muy caro su estúpido comportamiento en este campeonato de una manera muy cruel, pero conveniente y moralizadora.
Finalmente tenemos a la estrella en la sombra, al discreto "Iceman", que lleva 6 años compitiendo duramente en la máxima categoría y no ha visto recompensa alguna. A su lado ha tenido a Ferrari, un gran e-q-u-i-p-o, que le ha ayudado en todo momento y ha tratado a Raikkonen y a su compañero Massa de manera totalmente equitativa. Un piloto que ni ha entrado ni ha salido en las rencillas, simplemente se ha limitado a pilotar su monoplaza con esfuerzo y constancia. Es el que no ha dado motivo para el escándalo, el que no ha participado en los comentarios, el único que se ha limitado a hacer su trabajo: correr en la Fórmula 1. Por tratar de ganar el título limpiamente, limitándose tan sólo a las pistas, es el que más se lo merece.
Como bien dice el refrán, "El tiempo pone a cada uno en su sitio", a Hamilton, a McLaren, y al propio Fernando Alonso. Lo que ha sucedido este fin de semana debe hacernos reflexionar (aparte de la cita que da nombre a esta entrada) sobre esta otra máxima, también de Quevedo "La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió". Sólo esperemos que por una vez, la soberbia no gane a la justicia, y por el mal perder de McLaren Raikkonen pierda su merecido título.
Que el oro hace soberbios ha quedado patente en la figura de nuestro piloto más internacional, Fernando Alonso. Sin más contemplaciones abandonó a Renault, escudería que lo dio todo por él, por marcharse a McLaren por un puñado más de billetes. ¿O acaso era un nómada en busca de prestigio y reconocimiento? En ese caso, su peregrinaje ha sido en vano, pues se va de vacío. En McLaren sólo ha encontrado jugarretas, menosprecio y ver su nombre envuelto en conflictos más propios de la prensa rosa que del deporte. Quería ser el mejor, tener el mejor coche y estar en la mejor equipo y no ha conseguido ninguna de esas tres cosas. Al menos se lleva algo de este año en McLaren: una dosis de humildad, esperemos que lo suficientemente grande para valorar como se merecen a quiénes le han apoyado y a su afición.
Que la soberbia crea necios también hemos podido comprobarlo durante el transcurso de este accidentado Mundial de Fórmula 1. Que Hamilton se ha crecido demasiado en McLaren respaldado por el incondicional apoyo de Ron Dennis es algo que nadie niega. Sí, han logrado humillar a Alonso, pero con su prepotencia y juego sucio, les ha salido el tiro por la culata; también han logrado humillarse a sí mismos. McLaren no ha tenido el campeón más joven de la historia, no ha tenido un subcampeón ex-campeón del mundo, ni ha tenido el título mundial por equipos. Ha pagado muy caro su estúpido comportamiento en este campeonato de una manera muy cruel, pero conveniente y moralizadora.
Finalmente tenemos a la estrella en la sombra, al discreto "Iceman", que lleva 6 años compitiendo duramente en la máxima categoría y no ha visto recompensa alguna. A su lado ha tenido a Ferrari, un gran e-q-u-i-p-o, que le ha ayudado en todo momento y ha tratado a Raikkonen y a su compañero Massa de manera totalmente equitativa. Un piloto que ni ha entrado ni ha salido en las rencillas, simplemente se ha limitado a pilotar su monoplaza con esfuerzo y constancia. Es el que no ha dado motivo para el escándalo, el que no ha participado en los comentarios, el único que se ha limitado a hacer su trabajo: correr en la Fórmula 1. Por tratar de ganar el título limpiamente, limitándose tan sólo a las pistas, es el que más se lo merece.
Como bien dice el refrán, "El tiempo pone a cada uno en su sitio", a Hamilton, a McLaren, y al propio Fernando Alonso. Lo que ha sucedido este fin de semana debe hacernos reflexionar (aparte de la cita que da nombre a esta entrada) sobre esta otra máxima, también de Quevedo "La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió". Sólo esperemos que por una vez, la soberbia no gane a la justicia, y por el mal perder de McLaren Raikkonen pierda su merecido título.
3 comentarios:
No soy muy entendida de estos temas de la F1, pero creo que ha sido una buena lección tanto para el equipo, como para Alonso y "Jamilton".
Un beso dulce ;)
Totalmente de acuerdo con tu artículo, un ejemplo de lo que se denomina nobleza.
Para nada existe el naufrágio de Ondina, sino un mar de verdades.
Un abrazo!
Te deseo un muy buen 2008 y que sea el año de tu regreso al escribir en el blog! :)
Un abrazo
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