- La fábrica de sueños cerró por vacaciones. El ser humano ya no cree en sus deseos y anhelos, que son la razón de ser de su existencia. Por eso los trabajadores han decidido cerrar, ya no tienen trabajo materializando los sueños humanos - contestó el gnomo, a la vez que señalaba un mustio árbol.
- ¡No puede ser! - gritó Estrella - He hecho un viaje muy largo para llegar hasta aquí... ¡Quiero que mis sueños se hagan realidad!.
- Lo sé, pero yo no puedo hacer nada - repuso el pequeño ser apenado - Está cerrado.
- ¿Qué pasa, que la gente ya no tiene sueños? - dijo Estrella mientars unas gruesas lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas - ¿Ya nadie cree en nada?.
El gnomo le lanzó una triste mirada. No dijo nada, pero Estrella comprendió perfectamente cual era la respuesta.
- ¿Por qué? - susurró Estrella.
- Verás... Hace mucho tiempo, el ser humano tenía sueños bellos, anhelos que quería realizar, deseos puros. Los trabajadores de la fábrica trabajaban para ayudarles a hacerlos realidad, pues estos mejoraban al mundo, y hacían a la gente más feliz. Pero poco a poco, menos gente fue creyendo en sí misma, en sus sueños y en lo que era capaz de realizar. Simplemente codiciaban los bienes de otros, el poder y el dinero... Estos sentimientos y deseos no eran buenos, no hacían bien a nadie y lo dañaban todo. En la fábrica no podían materializarse, así que no había trabajo. Los empleados se enfurecieron; ¿para qué iban a estar esperando, si el ser humano no era capaz de soñar cosas bonitas? Por eso decidieron cerrar la fábrica temporalmente.
- ¿Y volverán a abrir? - preguntó Estrella con los ojos muy abiertos llenos de esperanza.
- No lo sé - dijo el gnomo - Eso no depende de nosotros, sino de vosotros, los humanos.
- ¿De nosotros? - inquirió Estrella - ¿Y qué tenemos que hacer para que la fábrica de sueños vuelva a abrir y puedan ayudarnos a hacer nuestros deseos realidad?.
- Es muy sencillo, pequeña - le sonrió el gnomo - Solo tienes que seguir soñando, deja volar tu imaginación y haz soñar y ayuda a cumplir sus sueños a los demás. Los niños sois los únicos que podéis salvar la fantasía. Ayuda a los mayores a creer en sí mismos y cumplir sus sueños. Mientras sigas soñanado, habrá esperanza.
La pequeña asintió vigorosamente con la cabeza
- ¡Te lo prometo! ¡Nunca dejaré de soñar! Cuando sea mayor seguiré pensando en este lugar, nunca lo olvidaré, y haré que mucha gente venga a visitarlo, para que hagan sus sueños realidad. ¡La fábrica de sueños volverá a abrir!
Dedicado a una persona muy especial, a la que deseo que sueñe con cosas muy bonitas. Te quiero.
- ¡No puede ser! - gritó Estrella - He hecho un viaje muy largo para llegar hasta aquí... ¡Quiero que mis sueños se hagan realidad!.
- Lo sé, pero yo no puedo hacer nada - repuso el pequeño ser apenado - Está cerrado.
- ¿Qué pasa, que la gente ya no tiene sueños? - dijo Estrella mientars unas gruesas lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas - ¿Ya nadie cree en nada?.
El gnomo le lanzó una triste mirada. No dijo nada, pero Estrella comprendió perfectamente cual era la respuesta.
- ¿Por qué? - susurró Estrella.
- Verás... Hace mucho tiempo, el ser humano tenía sueños bellos, anhelos que quería realizar, deseos puros. Los trabajadores de la fábrica trabajaban para ayudarles a hacerlos realidad, pues estos mejoraban al mundo, y hacían a la gente más feliz. Pero poco a poco, menos gente fue creyendo en sí misma, en sus sueños y en lo que era capaz de realizar. Simplemente codiciaban los bienes de otros, el poder y el dinero... Estos sentimientos y deseos no eran buenos, no hacían bien a nadie y lo dañaban todo. En la fábrica no podían materializarse, así que no había trabajo. Los empleados se enfurecieron; ¿para qué iban a estar esperando, si el ser humano no era capaz de soñar cosas bonitas? Por eso decidieron cerrar la fábrica temporalmente.
- ¿Y volverán a abrir? - preguntó Estrella con los ojos muy abiertos llenos de esperanza.
- No lo sé - dijo el gnomo - Eso no depende de nosotros, sino de vosotros, los humanos.
- ¿De nosotros? - inquirió Estrella - ¿Y qué tenemos que hacer para que la fábrica de sueños vuelva a abrir y puedan ayudarnos a hacer nuestros deseos realidad?.
- Es muy sencillo, pequeña - le sonrió el gnomo - Solo tienes que seguir soñando, deja volar tu imaginación y haz soñar y ayuda a cumplir sus sueños a los demás. Los niños sois los únicos que podéis salvar la fantasía. Ayuda a los mayores a creer en sí mismos y cumplir sus sueños. Mientras sigas soñanado, habrá esperanza.
La pequeña asintió vigorosamente con la cabeza
- ¡Te lo prometo! ¡Nunca dejaré de soñar! Cuando sea mayor seguiré pensando en este lugar, nunca lo olvidaré, y haré que mucha gente venga a visitarlo, para que hagan sus sueños realidad. ¡La fábrica de sueños volverá a abrir!
Dedicado a una persona muy especial, a la que deseo que sueñe con cosas muy bonitas. Te quiero.
5 comentarios:
Pues tocará estar atentos a la reapertura ^_^
Me ha gustado la idea, pero si me permites una pequeña crítica, todavía habrías podido desarrollarla un poquitín más.
Salu2 y no dejes de soñar nunca.
Creía que era la primera vez que me pasaba por aquí porque he visto el blog muy cambiado...pero al bajar y ver la historia de hacer puenting me he acordado que no...
A mi me ha gustado...aunque te he encontrado dos pequeños gazapillos (te los chivo porque imagino que ya que te has esforzado en escribir el relato...mejor que mejor si no tiene errores: mientars....y soñanado)
Un besote! Me encanta la imagen que has puesto...de donde la has sacado?
Holaaa! Naufragio el mio ultimamente que ando al son de las olas por este mar previo a las vacaciones. Pero espero pronto recuperar la senda perdida.
De tu cuento decirte que resaltas un aspecto importantísimo de nuestro mundo,el impedir que existan niños sin sueños,sin ilusión,incluso los mayores,porque entonces dejaremos de ser
humanos.
Precioso el homenaje y la idea qeu desarrollas.
Un abrazo!
Pero cerró solo por vacaciones no ?
Reabreeee!!!
Un abrazo
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