Era tarde para su costumbre,pero al abrir las contraventanas aún pensé que pudiera estar dormido. Me chocó su postura, sinceramente, porque Mario solía dormir de lado y con las piernas encogidas, que le sobraba la mitad de la cama, de larga, claro, que de ancha, a mí cohibida,imagina, pero él se hacía un ovillo, dice que de siempre, desde chiquitín, desde que tenía uso de razón, ya ves, pero esta mañana estaba boca arriba, normal, desde luego, sin inmutarse, que Luis dice que cuando da el ataque, instintivamente notan que se ahogan y se vuelven, por lo visto buscando aire, que yo me lo figuro como los peces cuando los sacas del agua, una cosa así, esas boqueadas, ¿comprendes?, pero de color y eso, como si nada, enteramente normal, ni de rígido, igualito que dormido...
Miguel Delibes "Cinco horas con Mario"
Como suele suceder, no siempre obtiene el premio quien más lo merece... Y no se llevó el Nobel.
Nosotros continuaremos nuestro camino siguendo al hereje bajo la sombra alargada del ciprés. Y haremos un alto para huir de las ratas y para conversar cinco horas con Mario...
Se ha ido uno de los grandes, sin duda.
Aunque hoy nos haya dejado a los vallisoletanos sin alma y sin palabra, gracias por su legado, maestro.
Adiós, Don Miguel.
1 comentario:
No serán cinco horas sino la eternidad quien de vida a sus obras. Sentido homenaje.
Un abrazo Ondina, bienvenida de nuevo!
Publicar un comentario